28 de febrer del 2012

25/02/2012 - Pic de l'Infern - Bastiments

Txell en el collado de Tirapits

Madrugamos bastante. Cargamos las mochilas y el sueño en la furgo y nos vamos para Vallter.

La primera parada la hacemos en Ripoll para almorzar algo, la siguiente ya es cerca del parking de donde sale el camino al refugio de Ulldeter. No hay demasiada nieve pero si que bastante más de lo que esperábamos encontrar. Hace buen día, sol casi radiante y no parece que el viento nos tenga que molestar demasiado.

Nos calzamos las botas y empezamos a subir para el refu. A los pocos metros tenemos que parar para sacarnos algo de ropa ya que el calor empieza a apretar.

Llegamos al refu poco después que un grupo bastante grande. Oigo a alguien que me saluda y al girarme me encuentro con Jordi. Hace mucho que no lo veía y charlamos un rato. Él está haciendo de monitor del cursillo de alpinismo del grupo que nos hemos encontrado y nosotros le explicamos la ruta que vamos a intentar hacer.

La subida hasta el Coll de la Marrana (2515 m.) es casi una romería, llena de raquetas, pieles de foca y algunas botas.

Al llegar arriba, buscamos un pequeño oasis de hierba quemada por el sol y nos ponemos los crampones mientras le señalo a Txell la ruta que me gustaría conseguir hacer. Ahora sopla algo de viento, pero de momento sigue haciendo calor y se soporta bastante bien.

Nos ponemos en marcha. A partir de aquí vamos a estar solos, ya que los que no suben al Gra de Fajol se encaminan hacia el Bastiments.

Un largo y cansado pateo con subidas y bajadas nos deja muy cerca de la Cabaña de Tirapits (2781 m.). Desde allí, ascendemos hasta el collado y nos tomamos un corto descanso para disfrutar de las vistas. El viento está subiendo y si sigue así, la ruta ya no va a ser un idílico paseo.

Cresteamos entre nieve y roca hasta llegar al Pic de l’Infern (2860 m.). Llegamos a la cima acompañados de un fuerte viento con algunas rachas que nos hacen perder el equilibrio. El paisaje es brutal, pero no nos paramos demasiado tiempo a contemplarlo y volvemos al pico desde el que venimos.

Piruetas en el Pic de l'Infern

Le comento a Txell la posibilidad de seguir hasta el siguiente collado y allí abandonar y volver hasta el Coll de la Marrana. Llegaremos acompañados o empujados por un fuerte viento, pero ella -para mi alegría- no se rinde fácilmente y decidimos continuar.

Subimos hasta el Pic de Freser (2835 m.) y desde allí, vapuleados por el viento y tras una larga y algo penosa ascensión, llegamos hasta el Bastiments (2881 m.)

En la cima nos encontramos con dos curiosos hermanos de Manlleu, que están haciendo fotos de minerales. Ya no queda nadie más en la montaña. Charlamos con ellos un rato, nos hacen un par de fotos y nos despedimos ya que la sensación de frío es bastante intensa.

Al bajar del Coll de la Marrana, Txell me ha de ayudar a ponerme el anorak y cambiarme los guantes. Tendría que haberlo hecho allí arriba, como ella, pero por no perder más tiempo he pasado y estoy pagando las consecuencias. Se me han congelado las manos y no tengo tacto.

Una vez solucionado el problema, bajamos directos hasta el refugio y desde allí hasta la furgo que nos devolverá a casa con una sonrisa en la cara y la sensación de haber pasado un buen día de montaña.

25/02/2012 - Pic de l'Infern - Bastiments

Txell en el collado de Tirapits

Madrugamos bastante. Cargamos las mochilas y el sueño en la furgo y nos vamos para Vallter.

La primera parada la hacemos en Ripoll para almorzar algo, la siguiente ya es cerca del parking de donde sale el camino al refugio de Ulldeter. No hay demasiada nieve pero si que bastante más de lo que esperábamos encontrar. Hace buen día, sol casi radiante y no parece que el viento nos tenga que molestar demasiado.

Nos calzamos las botas y empezamos a subir para el refu. A los pocos metros tenemos que parar para sacarnos algo de ropa ya que el calor empieza a apretar.

Llegamos al refu poco después que un grupo bastante grande. Oigo a alguien que me saluda y al girarme me encuentro con Jordi. Hace mucho que no lo veía y charlamos un rato. Él está haciendo de monitor del cursillo de alpinismo del grupo que nos hemos encontrado y nosotros le explicamos la ruta que vamos a intentar hacer.

La subida hasta el Coll de la Marrana (2515 m.) es casi una romería, llena de raquetas, pieles de foca y algunas botas.

Al llegar arriba, buscamos un pequeño oasis de hierba quemada por el sol y nos ponemos los crampones mientras le señalo a Txell la ruta que me gustaría conseguir hacer. Ahora sopla algo de viento, pero de momento sigue haciendo calor y se soporta bastante bien.

Nos ponemos en marcha. A partir de aquí vamos a estar solos, ya que los que no suben al Gra de Fajol se encaminan hacia el Bastiments.

Un largo y cansado pateo con subidas y bajadas nos deja muy cerca de la Cabaña de Tirapits (2781 m.). Desde allí, ascendemos hasta el collado y nos tomamos un corto descanso para disfrutar de las vistas. El viento está subiendo y si sigue así, la ruta ya no va a ser un idílico paseo.

Cresteamos entre nieve y roca hasta llegar al Pic de l’Infern (2860 m.). Llegamos a la cima acompañados de un fuerte viento con algunas rachas que nos hacen perder el equilibrio. El paisaje es brutal, pero no nos paramos demasiado tiempo a contemplarlo y volvemos al pico desde el que venimos.

Piruetas en el Pic de l'Infern

Le comento a Txell la posibilidad de seguir hasta el siguiente collado y allí abandonar y volver hasta el Coll de la Marrana. Llegaremos acompañados o empujados por un fuerte viento, pero ella -para mi alegría- no se rinde fácilmente y decidimos continuar.

Subimos hasta el Pic de Freser (2835 m.) y desde allí, vapuleados por el viento y tras una larga y algo penosa ascensión, llegamos hasta el Bastiments (2881 m.)

En la cima nos encontramos con dos curiosos hermanos de Manlleu, que están haciendo fotos de minerales. Ya no queda nadie más en la montaña. Charlamos con ellos un rato, nos hacen un par de fotos y nos despedimos ya que la sensación de frío es bastante intensa.

Al bajar del Coll de la Marrana, Txell me ha de ayudar a ponerme el anorak y cambiarme los guantes. Tendría que haberlo hecho allí arriba, como ella, pero por no perder más tiempo he pasado y estoy pagando las consecuencias. Se me han congelado las manos y no tengo tacto.

Una vez solucionado el problema, bajamos directos hasta el refugio y desde allí hasta la furgo que nos devolverá a casa con una sonrisa en la cara y la sensación de haber pasado un buen día de montaña.